domingo, 1 de marzo de 2015

LA CIENCIA RECURRE A INDÍGENAS por Alain Muñoz, CEJIS.org

LA CIENCIA RECURRE A INDÍGENAS
LEA EL ORIGINAL EN http://cejis.org/la-ciencia-recurre-a-indigenas/

Alain Muñoz/CEJIS, 12 de febrero.- Las prácticas, propuestas, y reivindicaciones indígenas son cruciales para el cambio climático, afirma el mejor conocimiento científico disponible. Eso concluyeron más de 800 expertos, en la más completa investigación realizada hasta ahora. El estudio, apoyado en tecnología de punta, identifica las opciones científicas para el cambio climático. Estas contienen gran parte del mundo y modo de ser indígena.

Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático se considera la mayor autoridad científica en el tema. Más conocido como el IPCC, por sus siglas en inglés, publicó su “Quinto Informe” por partes, a lo largo de un año, entre finales del 2013 y 2014.

 Ese informe es la evaluación del cambio climático más completa hasta la fecha. Fue realizada por 830 expertos de 85 países, especializados en meteorología, física, ecología, e ingeniería. También en ciencias sociales, economía, oceanografía, y estadísticas.

 Tuvieron a su disposición la mayor capacidad de procesamiento de datos y de observación satelital que se ha tenido hasta ahora. Del mismo modo, contaron con los datos más antiguos posibles del clima. Con ellos pudieron hacer simulaciones computarizadas de largo plazo. Asimismo, recibieron información de tres mil flotadores dispersos por los océanos del mundo.

 El grupo examinó causas, tendencias y riesgos del cambio climático. Igualmente, consideraron las opciones de “adaptación”, que consiste en ajustarse o prepararse para sus impactos. De la misma manera, estudiaron alternativas de “mitigación”. Esta se refiera a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan cambios en el clima.

 Cada uno de los cuatro grupos de trabajo del IPCC produjo un informe de miles de páginas, al igual que un “Resumen para responsables de políticas”. Estos se entregaron a los representantes de más de 190 gobiernos del mundo, porque el IPCC forma parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

 La misión del IPCC indica que debe ser “pertinente para la adopción de políticas”. No debe decir “qué hacer” a los políticos, pero debe proporcionar condiciones para que las decisiones políticas mundiales sobre cambio climático sean orientadas por la mejor información científica posible.

 A partir de los informes, los gobiernos deberían generar nuevas políticas climáticas sectoriales, a escala nacional. Por ejemplo, para la agricultura y la pesca, las industrias extractivas y manufactureras, y la energía. También para la planificación urbana y el transporte, así como para la salud y el turismo. Deberían extenderse, asimismo, a los sectores militar y de seguridad, la banca, seguros, etc.

 El Quinto Informe del IPCC señala las oportunidades y desafíos mundiales ante el cambio climático. Además, las relaciones e inter-dependencias entre el cambio climático con el desarrollo humano, económico, y social. Es posible acceder al informe del IPCC en http://www.ipcc.ch.

Consecuencias para Latinoamérica

Si las temperaturas continúan aumentando, aumentará el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra por lluvias extremas en Latinoamérica, especialmente en zonas urbanas, advierten los expertos.

 Las lluvias podría ser hasta una cuarta parte más de las actuales (+25%), en el sudeste de América del Sur. Aumentaría el caudal de la cuenca del rio de La Plata, y cambiarían los caudales extremos del rio Amazonas, tanto mínimos como máximos.

 Pero las lluvias se reducirán más de dos quintas partes en el noreste de Brasil (-22%), aumentando los períodos de sequía en el trópico suramericano, y la temperatura podría subir hasta casi siete grados (+6,7°C).

 El aumento de la temperatura y la disminución de lluvias disminuirían la disponibilidad de agua en zonas semiáridas, y en las que dependen del derretimiento de glaciares. También disminuiría la productividad agrícola, amenazando la seguridad alimentaria. Especialmente, en la población más pobre del noreste de Brasil y partes de la región andina.

 El agua es muy importante para abastecer las ciudades. Igualmente para la agricultura, a la que se dedican 580 millones de personas. Asimismo para la electricidad, porque más de la mitad proviene de represas hidroeléctricas en el continente (60%).

 Además, el cambio climático aumentará los riesgos de enfermedades, especialmente en las regiones más pobres. Esto debido a que nuestros sistemas de producción de alimentos, nutrición y salud son vulnerables al cambio climático. También los sistemas de agua, saneamiento y  recolección de residuos.

 El cambio climático está vinculado con enfermedades tropicales transmitidas por vectores, como la malaria, dengue, fiebre amarilla, y leishmaniasis, también conocida como “lepra blanca”. Del mismo modo, con las transmitidas por el agua, como el cólera y otras afecciones diarreicas. Igualmente, con el hantavirus y rotavirus, enfermedades renales, respiratorias, cardiovasculares y psicológicas.

 La parte de impactos en Latinoamérica del Quinto Informe del IPCC es mucho más extensa, detallada y compleja. Abarca los aspectos económicos, sociales, y políticos del cambio climático. Es concluyente:

 “Los impactos del cambio climático desacelerarán el crecimiento económico, dificultarán aún más la disminución de la pobreza, erosionarán aún más la seguridad alimentaria, prolongarán las trampas de la pobreza existentes y generarán nuevas, en particular en las zonas urbanas y focos de hambre emergentes”.

¿Indígenas al rescate?

El Quinto Informe del IPCC documenta la experiencia acumulada por América Latina en adaptación al cambio climático, incluyendo un “Índice de Utilidad de Prácticas de Adaptación (IUPA)”. “Algunas ofrecerían nuevas oportunidades económicas para América Latina”, afirman los autores del informe.

 Muchas de estas prácticas mencionan específicamente a los indígenas. Por ejemplo, que es necesario el “fortalecimiento de los sistemas y prácticas derivados de los conocimientos indígenas tradicionales”, para afrontar el cambio climático.

 Particularmente mencionan los “conocimientos, tecnologías y métodos indígenas”, como parte de las “opciones tecnológicas” necesarias para el cambio climático. Figuran en el mismo nivel que las para el uso eficiente de la energía o del agua, las que producen nuevas variedades de cultivos y animales, o las del almacenamiento y conservación de alimentos.

 El “uso de observaciones climáticas indígenas” tiene un lugar importante en los sistemas de vigilancia, alerta y respuesta tempranas al cambio climático. El IPCC habla que se requiere “evaluaciones integradas”, en “un escenario participativo”. Ambas características, la integralidad y la participación, son centrales del modo de ser indígena.

 Los científicos vuelven a mencionarlos, cuando señalan la necesidad del “intercambio de conocimientos indígenas en la educación”. En su opinión, los sistemas educativos deben estar sensibilizados e integrados.

 Existe toda otra serie de medidas que recomienda el IPCC, que no menciona directamente a los pueblos indígenas del mundo. Sin embargo, son parte de sus prácticas y otras, además, han estado incorporadas a sus demandas y reivindicaciones, desde hace mucho tiempo.

 Inclusive, el informe previene acerca de medidas que podrían afectarlos, como la “agricultura climáticamente inteligente”. Esta técnica podría marginar a los pequeños agricultores y usuarios de los bosques, si trae “cambios en la propiedad de la tierra y los derechos de uso de los suelos”.

 Sin embargo, podrían manejarse estos riesgos con adecuados ajustes, incentivos, o salvaguardas. Y más bien, esas medidas podrían producir beneficios sociales y promover la equidad, afirman los expertos

 En aspectos favorables, las políticas nacionales de  adaptación al cambio climático, deben estar “basadas en la comunidad”, según los expertos. Esto implica la gestión comunitaria de los recursos naturales  basada en el ecosistema, con “mejor control y acceso a los recursos locales”.

Otros ejemplos, serían las investigaciones participativas, así como el aprendizaje y la transformación social necesarios para hacer frente al cambio climático. Esto necesita innovaciones tecnológicas, económicas, políticas, y también sociales. Algo que recuerda la posición “cambiemos el sistema, no el clima”, sostenida por los indígenas en la última cumbre climática.

 Entre las innovaciones sociales necesarias para el cambio climático, el 5to Informe menciona “presunciones, creencias, valores y visiones del mundo, individuales y colectivos, que influyan en las respuestas al cambio climático”. Esto también recuerda la visión indígena en que las personas son parte de la naturaleza y ambas del universo. No pueden separarse las tres, y lo que afecta a un@ de ell@s afecta al resto. Al contrario, armonizar un@ de ell@s, tiende a armonizar al resto.

¿HIPOCRESÍA CLIMÁTICA? de Alain Muñoz, CEJIS.org

¿HIPOCRESÍA CLIMÁTICA?
Lea la nota original en http://cejis.org/hipocresia-climatica/

Alain Muñoz/CEJIS, 23 de febrero.- No debemos invocar una “Pachamama planetaria” en la ONU: ¡debemos demostrar como la protegemos en nuestro país!,

afirma una corriente crítica del pensamiento latinoamericano. Es posible erradicar la pobreza extrema y atenuar los impactos del cambio climático al mismo tiempo, afirma otra.

Nadie es inocente

 “Los discursos en Naciones Unidas ya no pueden ser invocando a una Madre Tierra planetaria, sino a ejemplos concretos sobre cómo se protege la Pacha Mama dentro de cada país”, afirman Gerardo Honty y Eduardo Gudynas.[i]

Existe mucha hipocresía en las negociaciones internacionales para el cambio climático, opinan ambos, mientras que Honty dice “nadie es inocente”, en un artículo individual relacionado con la cumbre de Lima 2014.

Cada país intenta desembarazarse de su responsabilidad en cambio climático endilgando responsabilidades mayores a otro. Estados Unidos culpa a China por tener mayores emisiones mundiales. China culpa a Estados Unidos por haber tenido más emisiones que el resto del mundo los últimos cien años.

Lo cierto es que industrias norteamericanas trabajan en China emitiendo lo que ya no pueden emitir en su país. También es cierto que la nueva burguesía china se enriquece mucho vendiendo a estadounidenses productos fabricados con grandes emisiones.



¿Cómo estamos en Latinoamérica?

 Honty también hace referencia a algunos países latinoamericanos. “Hablan de sus planes de mitigación y cómo siembran molinos de viento para reducir sus emisiones”, asevera, pero venden todo el petróleo y el gas que pueden a países ricos. Así es quemado fuera de sus fronteras, sin aumentar sus emisiones nacionales de gases de efecto invernadero.

Con esas ganancias, los gobiernos latinoamericanos subsidian el combustible que consumen internamente. En muchos países, es más barato que el agua, con la excusa de aliviar los costos energéticos de los más pobres.

Pero en realidad, lujosas camionetas 4 x 4 se multiplican en las urbes latinoamericanas, malgastando combustible subsidiado. Uno de los grandes sueños latinoamericanos es el auto propio, por el que circularán más de 100 millones de vehículos adicionales los próximos 15 años, indica Honty.



Esos autos son fabricados en China o India, con licencias o capitales europeos. Estos, con actitud de duelo, anuncian grandes recortes a sus emisiones locales, mientras recogen grandes ganancias por ventas de autos en el tercer mundo.

Honty menciona el ejemplo del auto Premier Rio, que se ensambla en India, con tecnología norteamericana, motor francés, y se vende en Sudáfrica ¿Quién es responsable de sus emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo su fabricación, transporte, comercialización, y uso?

La diferencia no es entre países desarrollados y no desarrollados: es entre los pobres y los ricos en todos los países del mundo. Es entre los que disfrutan del festín y los que no les llega el crecimiento, ni una sola gota del despilfarro mundial, y ni siquiera lo pueden mirar por televisión, afirma Honty.

Están los que hacen dinero a costa del clima en todos los países y, por otro lado, las 2.500 millones de personas en el mundo que aún tienen que cocinar con bosta, o con poquísima leña, cada vez más escasa y costosa. Mientras no se comprenda esto, los países seguirán debatiendo quien es el mayor culpable, sin reconocer jamás que ninguno es inocente, sentencia Honty.



Luchar contra la pobreza y el cambio climático simultáneamente

Los Gobiernos pueden estar a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático y, al mismo tiempo, erradicar la pobreza extrema, dice el Banco Mundial (BM) en su artículo El cambio climático complica los esfuerzos por poner fin a la pobreza.

Los más pobres sufren las peores consecuencias del cambio climático, porque viven en zonas vulnerables, y  tienen menos recursos para recuperarse de sus impactos. Escapar de la pobreza se hace más difícil para ellos, a medida que se agravan los impactos del cambio climático, indica el artículo.

Ejemplifica con el caso de cosechas perdidas por falta de lluvias, o casas destruidas por tormentas,  de pequeños agricultores familiares indígenas o campesinos, para mostrar la relación entre pobreza y cambio climático.

Si pierden una vaca por la hambruna de una sequía, pueden creer que su única opción para alimentar su familia es vender las pocas que le quedan a precios muy bajos, los únicos que puede conseguir, porque todos intentan vender sus vacas.

Puede que logren alimentar a su familia durante la sequía, pero perderán su patrimonio productivo. Así es menos probable que asuman nuevos riesgos para aumentar sus ingresos,  que sus hijos sigan yendo a la escuela, y que toda la familia siga luchando por salir adelante.

El artículo del BM cita un estudio de 25 años en hogares pobres de la India. Los fenómenos climáticos fue la causa mencionada por casi la mitad (el 44%) de los que se empobrecieron aún más.

Con el cambio climático se hace más difícil escapar de la pobreza, dice el artículo. Los Gobiernos deberían mejorar la calidad de vida y las oportunidades de las personas más vulnerables, con acciones que al mismo tiempo atenúen las causas del cambio climático, recomienda el BM.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL)

Los expertos llaman “adaptación” a prepararse para los impactos del cambio climático. Un reciente estudio de la CEPAL señala que el costo de la “adaptación” no superaría el 0.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del continente, pero los impactos del cambio climático costarían entre el 1.5% y el 5%.

Con una cuarta parte del costo podemos “adaptarnos” ahora y ahorrarnos el resto, cambiando favorablemente la historia de las comunidades, los ecosistemas, y las actividades productivas.

Además de los economistas, coinciden científicos, líderes, y activistas, en que la “adaptación” al cambio climático, beneficia al desarrollo y al bienestar de los países, especialmente de sus poblaciones menos favorecidas.

La conclusión es que la agenda de adaptación al cambio climático coincide con la de erradicación de la pobreza en nuestro continente. Fundamentalmente, en  las poblaciones más vulnerables, entre las que se encuentran los pueblos indígenas.

Una octava parte de los bosques del mundo están en manos de poblaciones indígenas, informamos en un artículo anterior. Su deforestación es mucho menor que la del resto de bosques: 6 veces menos en la Amazonía de Bolivia, 11 veces menor en la de Brasil, y 20 veces menos en el Petén de Guatemala, informamos en otro artículo.

Los bosques indígenas del mundo evitarían emitir gases de efecto invernadero equivalentes a casi 30 veces más que las emitidas por los vehículos de pasajeros de todo el planeta, indicaba el mismo artículo.

También señalaba que los científicos recomendaban reconocer legalmente los derechos indígenas sobre bosques y hacerlos cumplir. Igualmente, darles asistencia técnica y compensarlos por los beneficios climáticos que brindan sus bosques. Así mismo,  garantizar que  decidan sobre las inversiones que afecten a sus bosques.

En Bolivia, los pueblos indígenas gestionan importantes extensiones de bosque en sus territorios.  Por ejemplo, Monte Verde tiene casi 950 mil hectáreas,  el Territorio Indígena Multiétnico más de 350 mil, y Lomerío más de 250 mil.

[i] Ambos son miembros del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES) y autores del libro “Cambio climático y transiciones al Buen vivir”.

Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social CEJIS,

Santa Cruz – Bolivia

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